El verbo gustar (y muchos más)
lgo que las personas expresamos con mucha frecuencia es qué nos gusta y qué no. Por lo tanto, cuando aprendemos una lengua extranjera las diferentes maneras de poder expresar nuestros gustos es algo con lo que nos encontramos rápidamente mientras avanzamos con esta. En Español la forma más frecuente para expresar nuestros gustos es, justamente, utilizando el verbo gustar. Este verbo tiene una gramática un poco particular, y dependiendo de la o las lenguas de base del aprendiente, puede ser al inicio un poco compleja de comprender. El lado bueno es que una vez que se comprende el funcionamiento de este verbo se adquiere el funcionamiento de muchos verbos más. Por otra parte, el verbo gustar se usa tan frecuentemente que las oportunidades de practicar serán cosa de todos los días. Y muchos de los verbos que funcionan igual también son de uso muy frecuente, por lo que lo que razonaremos en este artículo será muy útil para hablar español en el día a día.
Si pensamos en verbos que tienen una gramática más directa, normalmente quien ejecuta la acción verbal es el sujeto gramatical.
Yo (sujeto) desayuno (acción) café.
El gato (sujeto) corre (acción) rápido.
Aclaremos ahora rápidamente los conceptos de sujeto, objeto directo e objeto indirecto. El sujeto gramatical es el elemento de la oración que está conjugado en persona y número con el verbo. Veamos el verbo desayunar y su conjugación en presente de indicativo.
Yo desayuno
Tú desayunas
Usted desayuna
Él/Ella desayuna
Nosotros/as desayunamos
Vosotros/as desayunáis
Ustedes desayunan
Ellos/ellas desayunan
En el caso del verbo desayunar, quien ejecuta la acción coincide con el sujeto gramatical, pero esto último tiene excepciones, como veremos.
Objetos directo e indirecto.
Hay verbos que no necesitan un objeto para transmitir información. Y en el caso del idioma español, hay verbos, como los referidos a los fenómenos atmosféricos, que no necesitan ni siquiera una partícula que haga las veces de sujeto. Así, si yo le digo a alguien – “Llueve”, o – “Napoleón murió”, basta con que mi oyente sepa por conocimiento del mundo qué es la lluvia o quién era ese Napoleón para que esas oraciones transmitan un mensaje. En cambio, si yo sin contexto le digo a alguien – “Yo tengo” o – “Yo doy” no le voy a estar transmitiendo ningún mensaje, porque esos verbos necesitan objetos que los completen, es decir, para transmitir un mensaje yo necesito agregar qué tengo o qué doy.
El objeto directo es, por así decirlo, el que “sufre” la acción verbal. En el caso de “yo desayuno café” es “café” el objeto directo, ya que es el que “sufre” la acción de ser bebido por mí.
Yo (sujeto) tengo (acción) muchos amigos (objeto directo).
Ella (sujeto) vende (acción) su auto (objeto directo).
El objeto indirecto es, por su parte, quien recibe la acción verbal. Pequeña aclaración: normalmente, por la lógica de la gramática del idioma español, los verbos que aceptan un solo objeto aceptan un objeto directo, y los verbos que aceptan un objeto indirecto aceptan también un objeto directo. Es decir, normalmente, si hay un solo objeto, este será directo, aunque esta regla tiene algunas excepciones. Dicho esto, veamos ejemplos de verbos con dos objetos.
Yo (sujeto) le doy (acción) una manzana (objeto directo) a mi hija (objeto indirecto).
Ella (sujeto) le vende (acción) su auto (objeto directo) a su vecino (objeto indirecto).
Por qué está el pronombre “le” entre el sujeto y el verbo es una discusión para otro artículo. En este caso simplemente notemos que la manzana y el auto son los objetos directos, ya que “sufren” las acciones (la manzana es dada y el auto es vendido), y la hija y el vecino son los objetos indirectos, ya que “reciben” la acción del verbo: mi hija recibe la manzana que le doy, y el vecino recibe el auto que le venden. Dicho esto, volvamos al verbo gustar.
Nadie duda que si a mí me gusta algo, quien siente la atracción por ese algo soy yo. Pero desde el punto de vista gramatical los verbos como gustar funcionan un poco diferente, ya que lo que funciona como sujeto en la oración es lo que causa tal atracción, y quien siente la atracción es el objeto indirecto del verbo. Entonces, recordemos que el sujeto gramatical está siempre conjugado en persona y número con el verbo de la oración.
Me (1º persona, singular) gustan (3º persona, plural) las flores (ellas) (3º persona, plural).
Nos (1º persona, plural) gusta (3º persona, singular) la sopa (ella) (3º persona, singular).
Como vemos en los ejemplos, siempre conjugamos el verbo “gustar” con lo que causa la atracción. El objeto indirecto, es decir, quien experimenta la atracción, es introducido por los pronombres de objeto indirecto, los cuales no pueden ser omitidos.
Pronombres de objeto indirecto.
Yo Me
Tú Te
Usted Le
Él/Ella Le
Nosotros/as Nos
Vosotros/as Os
Ustedes Les
Ellos/Ellas Les
Ejemplos:
(Ellos) Les gusta el idioma español.
(Tú) Te gustan los días soleados.
(Vosotros) Os gusta el invierno.
(Nosotros) Nos gusta el fútbol.
(Ustedes) Les gustan los animales.
Los pronombres personales escritos entre paréntesis están allí solamente para relacionarlos con sus pronombres de objeto indirecto, ya que nunca se usan como parte del objeto indirecto con verbos de este tipo. Estos pronombres de objeto indirecto son los llamados pronombres átonos y es obligatorio explicitarlos en la frase. Más adelante en este artículo veremos los pronombres tónicos, que son de uso opcional. Pero antes repasaremos brevemente como introducir lo que nos gusta, es decir, el sujeto gramatical del verbo gustar. Si lo que introducimos es un sustantivo normalmente anteponemos el artículo definido.
Me gustan las (artículo definido femenino plural) flores.
Nos gusta el (artículo definido masculino singular) vino.
Le gusta la (artículo definido femenino singular) filosofía.
Les gustan los (artículo definido masculino plural) animales.
Sin embargo, si lo que vamos a introducir es un verbo, es decir, a decir que nos gusta una acción, no anteponemos artículo.
Me gusta caminar.
Nos justa jugar al ajedrez.
Le gusta comer.
Lo que nos gusta puede también estar en segunda persona: en este caso no utilizamos artículos.
Me gustas tú.
Por último, para seleccionar un ítem en particular de varias opciones posibles sin aclarar cuál estamos seleccionando, utilizamos el artículo indefinido.
¿Te gustaron las camisas?
Me gustó una (camisa).
Nuevamente, para aclarar cuál nos gustó en particular, utilizamos el artículo definido.
¿Te gustaron las camisas?
Me gustó una (camisa). (Me gustó) la roja.
Simplificado, y lo más frecuente en el idioma hablado:
¿Te gustaron las camisas?
Me gustó una. La roja.
Los pronombres tónicos.
En ocasiones, para enfatizar lo que estamos expresando o para dejar en claro a qué persona nos referimos si el contexto no es suficiente (“le gustan las flores” puede corresponder a él, ella o usted, por ejemplo) utilizamos los pronombres tónicos. Estos son de uso opcional y, por la ley de la economía en el idioma, normalmente son solo utilizados cuando por alguna razón son necesarios. Veamos los pronombres y luego ejemplos. Como notarás en la lista, estos pronombres van introducidos por la preposición “a”, obligatoria en caso de utilizarlos. Otro detalle, el hecho de utilizar los pronombres tónicos no implica que podamos omitir los pronombres átonos. Es decir, si usamos los pronombres tónicos usamos ambos.
A mí (me) (yo)
A tí (te) (tú)
A usted (le) (usted)
A él/ella (le) (él/ella)
A nosotros/as (nos) (nosotros/as)
A vosotros/as (os) (vosotros/as)
A ustedes (les) (ustedes)
A ellos/ellas (les) (ellos/ellas)
Como se puede ver en la lista, estos pronombres se modifican solamente en la 1º y 2º persona del singular (a mí, a tí), coincidiendo en el resto con los pronombres personales, siempre precedidos por la preposición “a”. Al fin algo sencillo, ¿verdad?
Uso de los pronombres tónicos.
En general utilizamos los pronombres tónicos para dar énfasis:
Sin pronombres tónicos:
¿No te gusta el chocolate?
No, no me gusta.
Con pronombres tónicos (enfatizado):
A tí no te gusta el chocolate, ¿verdad?
¡A mí sí me gusta!
También para distinguir dos casos diferentes:
A mí me gusta el chocolate, pero a mi novia no (le gusta).
Sí, hay otra excepción.
Si bien dijimos más arriba que aunque utilicemos un pronombre tónico tenemos que utilizar también el átono de forma obligatoria, hay una excepción a esta regla. Cuando el contexto lo permite, podemos omitir tanto el pronombre átono como el verbo gustar y su sujeto gramatical sustituyéndolos por “sí” o “no”. Veamos un par de ejemplos.
¿A tí te gusta el chocolate?
Sí, a mí (me gusta el chocolate).
Sí, a mí sí.
¿A vosotros os gusta el fútbol?
A mí sí, pero a él no.
En el caso de, por ejemplo, preguntas con “A quién” o “A alguien”, es posible contestar solamente utilizando los pronombres tónicos.
¿A quién le gusta el chocolate?
A mí.
¿A alguien aquí le gusta el vino?
A nosotros.
Formas negativas.
Una vez más, algo sencillo. Para negar el verbo gustar siempre colocamos la palabra “no” antes del pronómbre átono.
No me gusta la sopa.
No nos gusta el fútbol.
La palabra “no” va siempre antes del pronombre átono, no importa el orden de la frase, como veremos más adelante en este artículo. Así, si vamos a utilizar un pronombre tónico o un nombre propio al inicio de la oración, el orden es el siguiente:
A mí no me gusta la sopa.
A Gabriela no le gusta el fútbol.
Orden de la oración.
En español el orden de la oración es relativamente libre, pudiendo cambiar normalmente para enfatizar.
(A mí) me gustó la sopa.
La sopa me gustó (a mí).
La sopa (a mí) me gustó.
El significado de los 3 ejemplos, 6 en realidad si tomamos en cuenta los pronombres tónicos, es groseramente el mismo, pero las cada oración carga un significado subjetivo diferente, que pueden ser muy sutil. Por ejemplo, me gustó la sopa, la más básica de las expresiones, significa simplemente que la sopa fue de mi agrado. Si le agregamos el pronombre tónico y decimos “A mí me gustó la sopa” podemos querer decir, por ejemplo, que la sopa fue de mi agrado a pesar de que a otras personas no les gustó. Si decimos “la sopa me gustó” enfatizamos “la sopa”, por lo que podríamos querer decir que nos gustó la sopa a diferencia de otros platos, que no nos gustaron. Podría dar muchos ejemplos más, pero no tiene sentido. El aprendizaje de lo subjetivo en un idioma es desde mi punto de vista imposible en un artículo como este y es incluso, perdón profes por esto, muy difícil en el aula. Estoy convencido de que hay ciertos aspectos de la lengua que uno aprende que solamente se adquieren con el uso habitual de la misma interactuando con hablantes nativos o con usuarios avanzados.
Llegamos al fin del viaje, y eso no significa que habiendo leído este artículo sepas todo lo que hay que saber para dominar los verbos como “gustar”. No quiero incluir más información porque me parece que ya he incluido demasiada. Espero que estas líneas hayan sido útiles y, para finalizar, te dejo una lista de verbos que tienen la misma gramática que gustar y que son de uso frecuente en el idioma, con algunas oraciones de ejemplo. Por preguntas eres libre de contactarme. ¡Gracias por leer!
Otros verbos.
Encantar: es como gustar, pero más fuerte.
(A mí) me encantan los días lluviosos.
(A nosotros) nos encanta el chocolate.
Fascinar: mismo significado, pero aún más fuerte que encantar.
(A ella) le fascinan los animales.
(A ellos) les fascina el fútbol.
Molestar: causar malestar o enojo.
(A mí) me molestan los mosquitos.
(A vosotros) os molesta el ruido de la calle.
Interesar: generar interés, llamar la atención.
(A tí) te interesan los negocios, ¿verdad?
(A ella) le interesa el arte egipcio.
Preocupar: producir intranquilidad o angustia.
(A él) le preocupan los incendios forestales.
(A nosotros) nos preocupa la economía.
Importar: similar a interesar, pero más fuerte.
(A mí) me importan los derechos de los animales.
(A ellos) les importa el medio ambiente.
Doler: padecer dolor.
(A mí) me duelen los pies.
(A nosotros) nos duele la cabeza.
Aburrir: causar aburrimiento o cansancio.
(A él) le aburren las clases largas.
(A ellos) les aburre la Historia.
Agradar: similar a gustar, pero suena más formal e incluso literario.
Tú me agradas (a mí).
(A nosotros) nos agrada ir a la playa.
Cansar: producir cansancio.
(A mí) me cansan los paseos en las montañas.
(A ellos) los cansa trabajar.
Frustrar: causar frustración.
(A mí) me frustran las derrotas.
(A ellos) los frustra perder.
Sorprender: causar sorpresa por ser algo inesperado.
(A él) le sorprenden los actos de magia.
(A nosotros) nos sorprende tu actitud.
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